El incendio del velo

Vivian Maier: la fotografía, la ciudad y la poesía

/por Aranzazú Hernández Gutiérrez/

 

Outside
outside myself
there is a world,
he rumbled, subject to my incursions 
a world

Paterson, William Carlos Williams

 

En 2014 se estrenó un documental titulado Finding Vivian Maier acerca de la vida de la “fotógrafa-niñera”, como se le conoce. Este retrata las peculiares circunstancias  en las que se reveló su obra fotográfica guardada durante años en una bodega cuyas facturas habían vencido. Vivian Maier (1926-2009) nunca dio a conocer sus fotografías. Trabajó cuidando  hijos de familias acomodadas, durante más de cuarenta años, al mismo tiempo que documentaba la vida que se desarrollaba en las calles, en sus labores cotidianas: residuos, rostros, detritus, la mayor parte. Se calcula que su obra está conformada por aproximadamente 150,000 imágenes, principalmente de Chicago y Nueva York de los años cincuenta a los setenta.

 

El trabajo de Vivian Maier me hace pensar que cuando la vida y el arte van más allá de las pretensiones de fama, premios e incluso de hacer arte –en su connotación más institucional–, se convierte en una unidad en la que vida y obra se diluyen, la memoria ocupa territorios insospechados, se expande a la convivencia con otros.  De las extraordinarias fotos urbanas de Vivian no sabríamos nada de no ser por Jhon Maloof, quien, tras la compra de un lote de negativos en el 2007, descubrió su trabajo y desde entonces se dedica a investigar y difundir su obra.

 

En el documental, quienes la conocieron hablan de su afición por acumular objetos, tomar videos, grabar audios, recuerdos que atesoraba de manera taxonómica. Entre sus colecciones había postales, encendedores y fotografías autografiadas de celebridades. Así mismo señalan que “le gustaban los titulares que mostraran la locura de la gente, lo bizarro, lo incongruente de la vida”. Vivian Maier estaba bien informada sobre lo que acontecía en las calles que transitaba, acostumbraba a leer algunos periódicos a diario como el New York Times, parecía estar bien situada en la realidad que luego buscaba diseccionar con su cámara. En su libro Vivian Maier: A Photographer Found, John Maloof  reflexiona sobre cómo su Rolleiflex de 120 mm incidía en las tomas de Maier, debido a que el visor está en la parte superior a diferencia de las cámaras de 35 mm, era necesario desviar la mirada y poner plena atención en la escena, “Hacer una fotografía con una Rolleiflex se convierte en un acto meditativo que requiere concentración, aunque solo dure una fracción de segundo” (Maloof, 48).

 

La meditación en la vida cotidiana mientras trabajaba como niñera, no sólo le permitió andar por las calles fotografiando, también le aportó algo de esa mirada infantil de los niños que aún pueden maravillarse con lo cotidiano. Las imágenes de Maier son las de una atenta observadora y escucha,  habilidades que también debió desarrollar en el empleo que implica el cuidado de otros. 

 

Si la mujer que ocupó tanto tiempo en capturar millones de fotografías de su vida pretendió o no hacer arte es quizá lo menos importante. Muchos mitos han surgido alrededor de ella, en el documental, los niños que conocieron a Meier, ahora adultos, se preguntan si acaso padecía algún trastorno mental o si fingía el acento peculiar que la caracterizaba; también resaltan su personalidad excéntrica, introspectiva, silenciosa y obsesiva. La idea de un tipo de locura genial tiñe su biografía. John Maloof encuentra en el trabajo de Maier ecos de dos artistas: Helen Levitt, fotógrafa urbana, también de gran peso, y  Henry Darger, uno de los artistas autodidactas etiquetados como outsider más representativos en la historia del arte del siglo XX, cuya obra fue descubierta de manera similar a la de Maier, luego de su muerte; sin embargo, Maloof no la ve como una artista outsider. 

 

Los retratos muestran gestos de confusión, enojo, extrañamiento y de vacío cotidiano. Así mismo las imágenes que fotografió muestran los entresijos de la vida en dos grandes urbes en plena edad de oro del capitalismo que se encuentra la mirada de quien intenta situarse en medio de la vorágine, en su caso de Nueva York y Chicago, pero también en el mundo.

 

Sus fotografías me recordaron el poema Paterson de William Carlos Williams publicado entre 1946 y 1958, puesto que en ambos la ciudad palpita, señala el autor: 

“[…] la ciudad que quería como mi objeto tenía que ser una que conociera hasta en sus más íntimos detalles. Nueva York era demasiado grande, un hacinamiento excesivo de las facetas del mundo entero. Quería algo más cercano a casa, algo comprensible. De forma deliberada elegí Paterson como mi realidad”. 

 

Si bien ambos lo hacen con lenguajes distintos y sobre geografías “lejanas”, Maiers logró con sus fotos lo que entonces a Williams le pareció imposible: retratar la apabullante Nueva York y capturar todas las facetas del mundo. Se puede distinguir también el peso de la memoria como una especie de renovación, iniciación y descubrimiento a las que alude Williams, “que un hombre en sí mismo es una ciudad”, mientras Maier se  refleja en sus retratos como un espectro más de la modernidad, un tanto absorbida por la vertiginosa industrialización. En sus fotografías podemos reconocer los mecanismos que entre distintas fuerzas crean un laberinto, un caos que al mismo tiempo se vuelve posibilidad. En ambos casos encuentro implícito: la ironía, la contradicción y los detritos de la urbe que a pesar de todo emanan un poderoso esplendor desde lo más profundo del caos.



 

Referencias:

Elsa Brondo Rodríguez, “Vivian Maier, la mirada de autor y la mirada social”, http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-30822013000100005#nota (consultado el 21 de agosto, 2021).

Jhon Maloof, “Vivian Maier”, http://www.vivianmaier.com/ (consultado el 20 de agosto, 2021).

William Carlos Williams, Paterson. (México D.F: Casa Aldo Manunzio/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes- Dirección General de Publicaciones. , 2015), 102.

John Maloof, Charlie Siskel, Finding Vivian Maier (Estados Unidos: Ravine Pictures, LLC , 2013), 84 min.

Adam R. McKee. “Paterson: William Carlos Williams’s Image of the City”. Penn State University Vol. 31, No. 2(Otoño 2014): http://www.jstor.org/stable/10.5325/willcarlwillrevi.31.2.0141.

 

 

 

 

 

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