Asylum +593

The perpetual smile

/ por Marcelo Cruz/

 

“Los grandes peligros se encuentran dentro de nosotros”

Victor Hugo, El hombre que ríe.

 

“Tantas caras. Tan pocas sonrisas”

The Dark Knight Returns




En algún momento de nuestras vidas escuchamos decir: “Te ries como loco”. Basta con pararse frente al espejo y sostener una sonrisa para que empecemos a sentir una sensación de alivio gracias a las endorfinas que produce nuestro cerebro, a causa del reflejo muscular condicional. Según estudios, la sonrisa se clasifica en tres tipos: sonrisa de Duchenne, de cordialidad y sardónica. El gesto implica el trabajo de 17 músculos que conectan rostro, boca y ojos, siendo el movimiento que menos fatiga le produce al cuerpo humano. Podemos decir que la sonrisa es la máxima manifestación gestual, pero, a su vez esta expresión puede ser una máscara para disimular ciertos trastornos como la ansiedad, el enojo y la ira. 

 

       En 1869 el escritor francés Victor Hugo público L’Homme qui rit (El hombre que ríe). Esta obra no fue bien recibida por los lectores hasta 1928. En este año, Conrad Veidt protagonizó The man who laughs, despertando el interés de muchas personas. Tanto la trama original de la obra como del film narra la historia de: Gwynplaine (personaje de esta historia), quien fue desfigurado cuando niño a través de un proceso quirúrgico llamado “Bucca fissa”, que consiste en estirar los músculos faciales hasta producir una risa deforme y caricaturesca, haciendo nula toda expresión en su rostro. 

 

Sin saberlo, Veidt, se convertiría en fuente de inspiración para el nacimiento del ahora “némesis” del hombre murciélago: The Joker. Años más tarde, en una entrevista dada en 1994, Bob Kane (creador de Batman) contó lo siguiente: “(Bill Finger) llegó con un naipe, lo vi y le dije: (…) se parece a Conrad Veidt…, ya sabes el actor de El hombre que ríe.”

 

       Era la primavera de 1940, y gracias al trabajo creativo de Bill Finger, Jerry Robinson y Bob Kane, un nuevo villano vio la luz por primera vez en Batman N° 1, por medio de una transmisión radiofónica, en la cual dice su nombre y describe cada una de las fechorías a realizar. El nuevo rey del crimen de Gotham City hace su presentación durante la edad dorada de los comic (1938-1956). Dando inicio a una de las relaciones héroe/ villano más intensas de las historietas.

 

        Lo que parecería ser un enemigo más, llegó a convertirse en un icono de la cultura pop. En 1948, J.D. Salinger publica su libro Nine Stories, coincidencia o destino uno de sus cuentos lleva como título “El hombre que ríe”. Al principio los críticos creyeron que se trataba de un tributo a Víctor Hugo, pero no fue así. En este cuento el autor hace guiños a la relación Joker/Batman, su personaje escapa de los famosos detectives –Los Dufarge–. Posee una cuantiosa fortuna –a lo Bruce Wayne– y su muerte fue referenciada en el videojuego Batman: Arkham Knight.

 

       La encarnación de Cesar Romero, para la serie televisiva (1966 hasta 1968) se encargó de cimentar las bases del Joker. Romero puso sobre la mesa las referencias que sus sucesores toman para dar vida y personalidad a un personaje que no deja de sorprendernos. Gracias a esta producción se escuchó por primera vez la risa tan característica del “Arlequín del hampa”. Un dato curioso sobre este primer Joker es que el mismísimo Frank Sinatra audicionó para el papel; sin embargo, su risa no encajaba, por ello no fue admitido.

 

        La carcajada se ha pasado a manera de manto –como un símbolo– o un efecto boomerang que se mantiene vigente, tanto en series, películas y videojuegos. Actores como: Jack Nicholson (Tim Burton hizo referencia a la obra de Víctor Hugo, en la escena de la operación que sufre Jack Napier para convertirse en el Joker), John DiMaggio, Richard Epcar, Troy Baker, Mark Hamill, Heath Ledger (quien recibió el Oscar a mejor actor luego de interpretar al payaso del caos en 2008) y ahora Joaquin Phoenix se une a esta larga lista de herederos. 

 

        En 2005, Ed Bruebaker y Doug Mahnke presentaron Batman: The Man Who Laughs. En el comic se encuentran varias referencias a la etapa clásica del personaje, un homenaje al primer enfrentamiento entre Batman y el Joker, una clara referencia a la portada del Detective Comics número 27 y muchas más. La tensión narrativa se siente desde el primer diálogo, la atmósfera nos sitúa directamente en un ambiente de caos y confusión. La figura del Joker toma fuerza a partir de su aparición, el misterio se desborda haciendo que el antagonista brille. La calma se rompe cuando se encuentran varios cadáveres con el rostro deforme con una grotesca sonrisa perpetua.

 

       El tema de la risa ha sido una interrogante constante. A lo largo de la historia de la filosofía ha sido estudiada como un pequeño problema que siempre se resiste, resbala, huye y vuelve de manera impertinente. Visto como un movimiento involuntario puede causar el interés o la especulación filosófica. Umberto Eco, en su novela El nombre de la rosa, narra la historia de un sacerdote que encuentra un texto prohibido, donde Aristóteles presta atención hacia la risa, en el monasterio, la risa es vista como una herejía. 

 

        Con base en lo dicho podemos llamar al Joker un hereje. La herejía nace de la divergencia entre dos posturas, en este caso el choque entre el orden y el caos (Batman/Joker). Ambas irreconciliables pero necesarias e interrelacionadas.

 

        Dejemos claro que el ser humano es un ser que sabe reír y que, sabe hacer reír –caso curioso– el Joker no es un cómico, incluso en sus primeras interpretaciones, sus bromas difícilmente logran hacer reír. No obstante, aun así él ríe constantemente. La carcajada del Joker, tiene un efecto llamativo ya sea por su tono, profundidad, incluso la apariencia de su intérprete (cromática/performática). Si nos fijamos en el estilo de este peculiar antagonista, resaltan los colores púrpura de su traje, verde de su cabello (guiño a Gwynplaine), blanco de su piel y rojo de sus labios, haciéndolo un objeto cargado de peso visual. La combinación de dichos colores ofrecen al espectador un halo de tranquilidad que activan de manera inmediata nuestro sistema límbico (encargado de controlar nuestras emociones). Ya sea en lo tesitura del papel o el brillo producido por una pantalla, la presencia del Guasón nos predispone a liberar una sonrisa o mueca, al verlo en un set de televisión antes de desenmascarar a Batman y Robin, después de la cirugía que lo deja sin rostro, o en sus breves lapsos de cordura; su carcajada ha estado presente, recordándonos que lo único que necesitas para caer en la locura es un empujón.

 

       Cuando reímos, nuestro cerebro bloquea por breves segundos el hemisferio derecho que controla el razonamiento y conducta. Dicho de otra manera, no pensamos. Por un instante somos un joker. Esto se debe a que la comicidad es inconsciente y que la risa se produce gracias a que dotamos de significados, formas, referencias y apariencia todo lo que nos rodea. Hacemos tangible lo intangible, gracias al símbolo de la risa.

 

        Al final una sonrisa nos deja entrever el límite entre la cordura y la locura, nos demuestra que somos una contradicción andante, seres puros y tenebrosos a la vez. Por suerte tenemos a un personaje que nos sirve como referencia… Larga vida al Príncipe Payaso, su sonrisa vence incluso a la unánime noche que cobija a Batman, mientras vemos el brillo de la batiseñal, es innegable el escuchar una carcajada a lo lejos.

 

Imagen tomada de internet.

 

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