Destruye lo que te destruye

Gentlemen still prefer blondes

/por Paulina Meyer/

 

“Don’t you know that a man being rich is like a girl being pretty?” Con una voz que se asemeja al terciopelo rojo, Lorelei Lee, el icónico personaje de Marilyn Monroe en Gentlemen Prefer Blondes, nos enfrenta a una realidad que todavía no nos es del todo ajena. La bombshell comprende que para la mujer que habita una sociedad machista, la belleza y la feminidad son un tipo de capital. Habiendo internalizado esto, utiliza dichos encantos para ascender la pirámide social conquistando un millonario.

 

          Lorelei nos demuestra que, a pesar de que se presente ante su entorno como una rubia tonta y superficial, en realidad posee una faceta viva e inteligente que comprende las reglas de su época buscando sacarles el mayor provecho desde las restricciones de los roles de género. Ella misma nos confiesa: “I can be smart when it´s important. But most men don’t like it.” Pero a diferencia de los brillantes de su canción Diamonds are a girl´s best friend, la feminidad y la belleza tienen fecha de caducidad y su valor puede fluctuar.

 

          En Teoría King Kong, Virginie Despentes reflexiona sobre esta imperativa reinante que obliga a la mujer a ser siempre femenina y bella para poder agradar y luego conseguir lo que quiere. Esto siempre y cuando el hombre decida concedérselo o no. La escritora feminista concluye que la feminidad existe para hacer sentir cómodos a los varones. En resumen, es una forma de sumisión agradable para el ojo masculino.

 

         Mi experiencia con lo que entendemos como típicamente feminino, es decir, la suavidad, lo pasivo, carnoso y rollizo, fue también negativa. Varias veces me vi tentada a aceptar las ideas de Despentes. Desde mi pubertad sentí la necesidad de rebelarme ante ese mítico color rosa que Lorelei Lee usa mientras baila sensualmente rodeada de hombres. Experimenté el ser mujer como una imposición de servidumbre que, dentro de sus implicaciones más profundas, me rebajaba a una condición de subalternidad, lo cual me llevó a querer imitar lo masculino y hasta considerarlo superior. Pero el problema de habitar este polo opuesto al de Lorelei, el de “no ser como todas las demás chicas” (calco del ya infame not like other girls), es que también está infectado por su propia dosis de misoginia. Después de todo, el rechazar enteramente a la feminidad es también un gesto que, dentro de su lógica, considera la esencia de la mujer (sea una construcción social o no) como inferior y despreciable.

 

       No obstante, como la cínica y cómica Dorothy de Jane Russell dice, el maquillaje también es pintura de guerra y lo femenino puede ser fuente de fuerza e inteligencia. Nos lo demuestra cuando, al final de Gentlemen Prefer Blondes, se disfraza de Lorelei Lee y usando sus mismos voluptuosos encantos logra salvar a su mejor amiga de un problema legal. Es decir, la feminidad puede ser reivindicada y conquistada por nosotras y para nosotras. A pesar de esto, tampoco creo que se pueda ignorar lo que Despentes señala de lo mujeril; mientras que algunas mujeres pueden asentar las bases de su emancipación dentro de su sensualidad rosada, otras no pueden evitar sentirse restringidas por esta obligación de tener que manipular las cosas de manera secreta bajo una máscara de maquillaje y glamour, debido a que siguen dependiendo del hombre para que se les dé lo que buscan. 

 

       Entonces, ¿qué hacemos? Si nos mostramos femeninas y dóciles, estamos siguiendo las reglas del patriarcado para llegar a lo que queremos, pero si repudiamos las cosas típicas de mujer podemos caer en otra trampa misógina…

 

       Creo que una posible respuesta se encuentra en El Manifiesto Cyborg de Donna Haraway, quien nos propone concebirnos como androides sin ningún tipo de distinción sexual. Así, a partir de nuestra neutralidad, podríamos tener la posibilidad de adquirir elementos  masculinos y femeninos de la misma manera en la cual un nodo de red puede ser el punto de intersección de cuantos extremos quiera sin tener que excluir unos de otros. Lo que me gusta de esto es que aquí podría caber en un solo individuo la Lorelei Lee que domina y utiliza su feminidad como un poder, al mismo tiempo que la Dorothy que afirma no necesitar de ningún hombre para ser feliz. Finalmente, lo más importante de la teoría de Haraway es que nos recuerda que nuestra existencia no está limitada a una serie de valores binarios, sino que hay un mundo de posibilidades en las áreas grises. 

 

Imagen portada tomada de Internet 

 

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Tags :#Gentlemenpreferblondes#Marilyn Monroe

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