Éxodo y quemadura

Pensar es algo violento

/por David S. Mayoral Bonilla/

 

 

 

I

 

Siempre hemos confundido la violencia con el poder; no nos culpo. La violencia apareció junto con el pensamiento.

 

Pensar es algo violento. Quizá es el acto violento por antonomasia. A continuación, no explicaré por qué. Nos limitaremos a violentarnos. 

 

Pensar es necesario e involuntario. Es imposible no-pensar mientras se esté con vida. Lo primero resta optimismo a los pacifistas y lo segundo a todos los demás. Por extensión, ¿la violencia es irrenunciable, involuntaria? Yo diría que sí, y plantearía que es un motivo para regocijarnos. 

 

Siempre hemos confundido la violencia con el poder. Pensar es el acto violento por antonomasia; es necesario e involuntario. ¿Cuál es el acto poderoso por antonomasia? Transformar. 

 

La transformación también es necesaria, pero no siempre es involuntaria. Se transforman las sociedades, las palabras, los pensamientos. Uno puede transformar las sociedades, las palabras, los pensamientos.

 

Pensar es el acto violento por antonomasia; transformar es el acto poderoso por antonomasia. La distinción está en un vértice: la voluntad. 

 

La voluntad es el acto por antonomasia. No es pensamiento ni es poder, pero les sirve como base.

 

Pero hemos dicho que pensar, además de necesario, es involuntario. También hemos planteado que pensar es violento, y que confundimos la violencia con el poder. Entonces, pensar no es poder.

 

Pensar como acto en sí mismo no genera nada, no puede nada más allá de la violencia. Para que el pensamiento se convierta en poder, necesita transformar. La voluntad les sirve como base, como unión. 

 

Así: toda transformación es evidencia de un pensamiento poderoso, guiado por la voluntad.

 

La pregunta en torno al poder y su relación -difusa, farsante, facilista- con la violencia sigue esta forma: ¿qué elige hacer un pensamiento cuando está en posibilidad de convertirse en un pensamiento poderoso? 

 

A partir de esta pregunta, se deduce lo siguiente, independientemente del contenido de la respuesta: 1) el vínculo entre violencia y poder no es natural, sino algo decidido por quien piensa cuando le es ofrecida una ambigüedad; 2) pensar es necesario e involuntario; no así la violencia; 3) la violencia es una decisión voluntaria; 4) las decisiones voluntarias, guiadas por un pensamiento poderoso, son capaces de transformar.

 

Esto contradice mi postura en el inicio de nuestro texto. Yo he dicho que la violencia es irrenunciable e involuntaria. ¿Qué ha pasado? He sido objeto de mi propia violencia. Pensar es el acto violento por antonomasia; transformar es el acto poderoso por antonomasia; la voluntad es el acto por antonomasia. Toda transformación es evidencia de un pensamiento poderoso, guiado por la voluntad.

 

¿Qué ha pasado? He decidido transformar mi pensamiento. Para que el pensamiento se convierta en poder, necesita transformar.

 

 

 

II

 

La paz es un pensamiento. La paz es violencia.

 

Hemos confundido la paz con la paz; no nos culpo. 

 

 

¿Qué ha pasado? Hemos sigo objeto de nuestra propia paz.

 

La paz es un pensamiento que no ha logrado transformarse. 

 

La paz es el no-acto por antonomasia.

 

La paz es la violencia por antonomasia.

 

 

¿Qué ha pasado? ¿Qué debería pasar?

 

Toda transformación es evidencia de un pensamiento poderoso, guiado por la voluntad.

 

La paz es el acto en potencia que no se elige, pero se piensa.

 

 

 

III

 

Viajaba con Evelyn rumbo a Boyacá, en Colombia, con destino a una cumbre internacional. «Probablemente necesitemos algo más espectacular. Yo no entiendo por qué la paz es tan fea», le dije, en un inglés de cerebro cansado. No fue la risita; el ceño fruncido, tal vez. Sí, Evelyn, me parece que las conferencias de paz tienen anuncios y programas feísimos, aburridísimos. Si la paz fuera un pan, nunca lo compraría. Nadie quiere moho sobre su mesa.

 

La paz aburre incluso después: no se entiende más allá de la utopía. Me molesta mucho que la conferencia magistral y el libro con portada empalomada y celestial sea la salida más popular de la paz como tema (ni qué decir de la paz como práctica). 

 

«La gente confunde la violencia con el poder, Evelyn. Creo que la encuentran más útil».

 

Fue el ceño fruncido. No sé qué habrá pensado, pero ya no me quemo la cabeza. Pensar sin hacer nada es algo muy violento. 

 

 

 

 

 

 

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