ArbotantesHelarte de vivir

Los escombros circulares

/ por Beatricia Braque/

 
 

Mi mente estaba en blanco

Todo empezó a moverse

No sé cuánto tiempo pasó

Yo pensaba bajar por las escaleras. Él me detiene, me dice: “ya no hay tiempo, tenemos que quedarnos.”

Empecé a rezar

Todos los nombres de los que quiero

Las ventanas rechinaban y los barandales se movían hacia nosotros

Un vaivén más propio de un barco en medio de la tempestad que de una amalgama de concreto

«El tiempo lo destruye todo»

De pronto dije… ¿Qué caso tiene que grite? Y dejé de gritar.

 
 

La oficina moviéndose como péndulo

Los cables parecían cuerdas de saltar,

Y nos alejamos del edificio, de los postes que se mecían.

No me voy a morir aquí 

Todos nos agitamos como dentro de una caja en movimiento,

¿No les pasa que en ese tipo de situaciones pueden ver todo en cámara lenta?

Una sensación de parálisis me embarga.

Solo quería una cosa: Llegar a casa. 

Inmediatamente recibí un mensaje de mi mamá

 
 

Videos de edificios caídos y gente pidiendo desesperadamente ayuda.

Trazar un mapa con edificios que ya no existen

¿Estás bien? No mames. Sí. ¿Tú estás bien? 

Mi cuerpo sigue temblando, la tierra ya no.

 
 

Un éxodo de personas que preocupadas, buscan regresar a casa 

Aún me cuesta dormir por las noches.

Nubes de polvo y gente corriendo.

Hoy no dejo de pensar en ese día,

Las mujeres de Chimalpopoca, las trabajadoras, las víctimas del Estado. Ese averno.

Escucho las alarmas en mi cabeza 

Quiero lo cotidiano, lo de antes.

Y siento la culpa de vivir. Y la felicidad también. 

Las historias y los discursos cobran vida diferente una vez que son atravesados en el cuerpo, en el cuerpo vivido.

La vida sigue.

 
 
(Hecho con fragmentos recopilados del blog “Cuéntanos dónde estabas”: https://cuentanosdondeestabas.wordpress.com)

 
 

*Foto tomada de internet. Todos los créditos correspondientes a la imagen que encabeza el texto.

 
 

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