ArbotantesPersistencia retiniana

“¿Cómo le hacemos para odiarnos tanto?”

/ por Ricardo Alcántara/

 

Fe de Etarras me llamó la atención desde el principio: una película que habla sobre terroristas en un tono de comedia es un gran riesgo. Me intrigaba cómo podría ser abordado un tema así, y me daba curiosidad la recepción que había tenido por parte del público ibérico. El filme es una comedia negra producida en España por Netflix, escrita por Diego San José y Borja Cobeaga (las mentes maestras detrás de Ocho Apellidos Vascos y Ocho Apellidos Catalanes).

  La cinta, dirigida por Cobeaga, fue estrenada a mediados de este año, y toma lugar en el verano del 2010, luego de que la selección de fútbol española pase a las eliminatorias del mundial de Sudáfrica; esto para disgusto de cuatro partidarios de la ETA liderados por Martín (Javier Cámara), quienes además se encuentran indignados por el cese de armas que la nueva generación del grupo ha empezado a negociar con España. Estos personajes se esconden en un piso franco, y la película transcurre en la espera de una llamada telefónica de un viejo amigo de Martín, que supuestamente está planeando un golpe que le dará nueva vida al movimiento. Éste les da instrucciones de no hacer nada, hasta que se comunique, sin embargo, la espera (estimada al principio en no más de un par de días) comienza a extenderse cada vez más, poniendo a prueba la fe del grupo.

    Tras investigar un poco, descubrí que, tal como lo imaginaba, el público español se encontraba muy preocupado por la forma en que la película pudiera abordar un tema tan delicado, ya que los familiares de las víctimas de los atentados aún tienen frescas las cicatrices. Además, los movimientos separatistas en España han seguido vigentes durante los últimos años, tal vez ahora más que nunca, por lo que las tensiones entre las diferentes regiones se encuentran sumamente susceptibles. Sin embargo, ahí es justamente donde encontré lo más valioso de la película; el humor de Fe de Etarras es sutil e inteligente, cargado de una crítica social y política que es capaz de resultar sumamente incisiva sin ofender a ningún grupo en particular. Dicen que contar un chiste que no ofenda a nadie en el Siglo XXI es un triunfo, y sin duda esta película lo logró.

    Me parece que en el mundo de la comedia, la clave para no ofender a la gente y para no volverlo personal, es tomar como objeto de burla al elemento correcto; en este caso, la cinta no se mofa de nadie en particular sino de la humanidad en general, o para ser más específico, de esa particular arista de la condición humana que nos hace desear con desesperación la pertenencia a un grupo, y al mismo tiempo de cómo estamos dispuestos a repeler con ferocidad y sin raciocinio al grupo contiguo, como si eso nos hiciera más parte del nuestro. En este caso, el protagonista parece creer que mientras más se odie a España, más vasco se es. Y esto lo lleva a despreciar a la nación a un grado que cae en el absurdo “[…] España es la culpable de la obesidad, porque el alimento que más engorda son las patatas y el chocolate, y esas dos cosas las trajeron los españoles de América; que de no haber sido por eso, no habrían gordos, o al menos estarían todos en América […]”.

   La crítica termina por ridiculizar el odio, la intolerancia y la violencia, tratando de demostrar lo absurda que es la discriminación, todo en un guion que se desarrolla con un argumento sumamente sencillo, pero construido con base en escenas ingeniosas y diálogos sutiles y divertidos. Esto logra poner la mesa para que los protagonistas: Javier Cámara, Julián López, Miren Ibarguren y Gorka Otxoa generen una atmosfera que intercala la tensión dramática -construida a partir del miedo a ser descubiertos, lo que los lleva a evitar a los otros habitantes del edificio, ocultándose, disimulando, y sumergiéndose cada vez más en una red de mentiras tambaleantes para mantener su coartada- con un humor fresco y dinámico que hace relucir la excelente mancuerna actoral entre los cuatro.

   En conclusión, es una película sumamente recomendable, sobre todo para aquellos que gusten del humor político y de la comedia negra, aunque no estaría por demás advertir que puede no ser apta para radicales. La trama tropieza en algunos puntos, además que el final me pareció flojo y poco congruente, pero me quedo con las estupendas actuaciones de todo el elenco, y con un discurso que lejos de ser vano o imprudente, nos invita a rechazar toda forma de violencia mediante una historia provocativa, ingeniosa, y pertinente.

 

FB: Patas Escuadras

 
 

*Foto tomada de internet. Todos los créditos correspondientes a la imagen que encabeza el texto.

 
 

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