Pérgola

El club de la pelea o la episteme del caos

/ por Adriano Duarte/

 

  1. El empacho del consumo

 

En esencia, Fight Club (David Fincher, 1999) nos habla del hartazgo. No sólo en el sentido de aburrimiento, sino también en el de saturación. Este hartazgo es consecuencia de un exceso. En efecto, el protagonista de la película (que carece de nombre, pero que en el guión del film recibe el nombre de Jack) está empachado de tanto consumir comida rápida, productos por catálogo, drogas recetadas, terapia grupal. Todos sus deseos e insatisfacciones hallan desahogo en el acto de consumir. Y no sólo eso: cada aspecto de su vida se ajusta a las normativas del consumo. A tal punto, que para decidirse a comprar algo tan simple como una mesa y unas sillas, se pregunta: “¿Qué juego de comedor me define como persona?”.

   Este nivel de alienación empuja al protagonista al desdoblamiento de su personalidad. De este modo es como Tyler Durden, su doppelgänger, aparece. Él es quien, a la manera de un maestro de ascetismo, ayuda a Jack a comprender el sentido de aquella pregunta sobre el juego de comedor, enseñándole de manera categórica que “Las cosas que posees acaban poseyéndote” .

 

  1. Proyecto caos

 

Tal como puede intuirse, este juego de desdoblamiento de la personalidad entraña un juego de inversión del orden del discurso. Tyler apuesta a distorsionar los dogmas, las normativas, las instituciones a las que Jack se apegaba y en las que éste se asentaba con comodidad. Todo ello, siguiendo el principio ascético de que las cosas que posees acaban poseyéndote .

   La lógica de este ejercicio consiste en invertir el signo del discurso, ejecutar una subversión de sus valores. Lo cual, siguiendo a Foucault (2002), significa romper los cauces ordinarios del discurso y arrastrarlo hacia ese espacio marginal en el que se devela su episteme. Por cierto, ello tendrá directas implicancias en el orden de lo real, ya que no sólo la legitimidad de ese orden quedará expuesta en su total desnudez, sino que también su vigencia en cuanto orden se pondrá en cuestión y abrirá camino al desorden. Por la subversión del orden del discurso se siembra, en consecuencia, la semilla del caos en el orden de lo real.

   Esta ruptura puede ejemplificarse citando cuatro momentos fundamentales del film.

 

2.1. Vivir como okupas

 

El episodio que abre este juego es la explosión del departamento de Jack. Cada rincón de ese lugar es la copia exacta de un catálogo. Allí, la historia de cada objeto consiste en la descripción del material con que está construido, su país de origen, sus medidas; su identidad se remite a una marca de prestigio y a un precio. Sin que Jack lo sospeche, Tyler hace estallar ese templo dedicado al consumo y lo lleva a vivir con él a una casa a punto de ser demolida en la que ambos viven como okupas, como usurpadores ilegítimos de esa propiedad.

 

2.2. ¿Quieres ver sufrimiento?

 

Otro aspecto digno de destacarse es modelo institucional que asume el club de la pelea y ante el cual funciona como su imagen deformada.

   Incapaz de soportar por más tiempo el insomnio, Jack acude a un médico para exigirle que le recete alguna droga. El médico, por el contrario, le recomienda “sueño natural y saludable” prescribiéndole raíz de valeriana y más ejercicio. “Estoy sufriendo” le ruega entonces Jack. A lo que el médico le contesta: “¿Quieres ver sufrimiento? Ve a visitar a los individuos con cáncer testicular. Eso es sufrimiento” .

   De este modo, Jack accede a las reuniones de terapia grupal en las que distintos pacientes comparten sus padecimientos: cáncer testicular, alcohólicos anónimos, grupos de sobrevivientes al incesto, tuberculosis… En esas reuniones, sin embargo, Jack adopta el típico comportamiento de un consumidor: elige horarios convenientes, grupos terapéuticos de acuerdo a lo atractivo de su título, y participa de las terapias como si se trataran de espectáculos. Acaba, de este modo, convertido en un adicto, un “turista” en el pleno sentido de la palabra.

   El club de la pelea asume el modelo de la terapia grupal. Pero, al contrario de ésta, sus miembros son consumidores de diversa índole y carecen de padecimientos sobre los cuales compadecerse mutuamente. “We’re designed to be hunters and we’re in a society of shopping. There’s nothing to kill anymore, there’s nothing to fight, nothing to overcome, nothing to explore. In that societal emasculation, this everyman is created” [1], declaró el cineasta David Fincher en una entrevista acerca del espíritu del film. Los participantes del club de la pelea no tienen motivo alguno para sufrir. Deciden, por lo tanto, reunirse para infligirse dolor.

   Diversas escenas de la película muestran el dolor como una sensación intensa que rescata a los personajes del letargo del consumo. “¡Este es el mejor momento de tu vida y te lo estás perdiendo!” le recrimina Tyler a Jack cuando éste intenta evadirse del dolor de una quemadura con ácido que Tyler le está provocando. Y, de hecho, el club de la pelea se inaugura con la riña de Tyler contra Jack. Pelea que, vista desde otra perspectiva, consiste en Jack propinándose puñetazos a sí mismo hasta caer rendido.

 

2.3. Así se ve un hombre

 

Una de las herramientas más eminentes de la publicidad es el slogan. Funciona como un estribillo que, a fuerza de repetición, se atornilla a la memoria del consumidor sin que su voluntad intervenga y le inspira el deseo de obtener el producto asociado. El slogan suele ser una frase concisa y tajante. Como tal, conserva cierto rasgo de la sabiduría proverbial.

   A lo largo del film, Tyler apela al slogan como arma. Ejerce sobre ella una inversión de su orden para aniquilarla, reducirla a una paradoja que, al mismo tiempo, revela un significado proverbial.

   Contemplando los cuerpos esculturales de una publicidad de ropa interior, Jack pregunta: “¿Así se ve un hombre?”. A lo cual, Tyler responde: “La autosuperación es masturbación”. En otro momento, Tyler mira a la cámara y dictamina: “No eres tu trabajo. No eres la cantidad de dinero que tienes en el banco. No eres el auto que manejas. No eres lo que guardas en tu billetera. No eres tus putos pantalones caquis. Eres la mierda feliz y radiante del mundo”.

 

2.4. La fábrica de jabón

 

El jabón es un símbolo de lo estético. La sociedad de consumo lo eleva más allá de su mera utilidad higiénica a la categoría de cosmético. Se convierte en un bien de lujo que a su vez tiene efectos estéticos sobre el cuerpo: disimula los defectos de la piel y la rejuvenece. Tyler no lo ignora. Como tampoco ignora que la materia prima del jabón es la grasa.

   En este sentido, fabricar jabón para Tyler es una manera de hacer la arqueología de la cosmética. Llega hasta la episteme de este discurso y ejerce allí su tarea de distorsión. Por ello es que ingresa de contrabando a las clínicas de cirugía estética y se roba las bolsas de grasa de las liposucciones. “La grasa más rica y cremosa del mundo. ¡La grasa de la patria!” festeja Tyler al encontrar los costales en los contenedores.

   Del procesamiento de esa grasa obtiene dos productos opuestos: jabones de tocador y nitroglicerina para dinamita. El jabón se convierte así, por obra de una inversión del discurso, en un objeto subversivo. “Con suficiente jabón –se jacta filosóficamente Tyler– uno puede volar cualquier cosa” .

 

  1. Conclusión:Alterar el orden público

 

Si, como bien ilustra Foucault (2002) en Las palabras y las cosas, el campo de lo real se organiza a partir del orden que el discurso establece, no es casualidad, entonces, que Mayhem Proyect (Proyecto Caos) constituya el objetivo final de lo que en el film comienza como Fight Club (club de la pelea). O, expresado de otro modo: provocar el caos en lo real atentando contra el orden del discurso. En efecto, si nos remitimos a su uso jurídico, Mayhem puede traducirse como “alteración del orden público”.

   Es decir, que lo que Jack busca al desdoblarse en Tyler es quebrar el orden del discurso que se anticipa a sus palabras y habla por él mismo: el discurso del consumo. Y, como corolario, a lo que Tyler aspira es detonar el orden de lo real: la sociedad de consumo.

 

[1] “Estamos diseñados para ser cazadores y vivimos en una sociedad de compradores. Ya no hay nada que matar, nada contra lo cual pelear, nada que superar ni que explorar. En esta castración social es donde se crea este hombre común y corriente” (traducción del autor).

 
 

Referencias

 

Baudrillard, J. (2007). La sociedad de consumo. Sus mitos, sus estructuras. Buenos Aires: Siglo XXI.
Foucault, M. (2002). Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas. Buenos Aires: Siglo XXI.
Knapp, L. (ed.) (2014). David Fincher: Interviews. Jackson: University Press of Mississippi.
Mayhem (2006). Recuperado de https://forum.wordreference.com/threads/mayhem.143886/
Milchan, A. (productor) y Fincher, D. (director). (1999). Fight Club [cinta cinematográfica]. Estados Unidos: 20th Century Fox.

 

 

 

*Foto tomada de internet. Todos los créditos correspondientes a la imagen que encabeza el texto.

 

 

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