Lengua desenvuelta

Quiero jokeis

/por Valeria Enríquez/

 

Hace algunos meses vinieron de visita mis sobrinas de Estados Unidos. Al pensar en qué darles de desayunar a un par de niñas sin que renegaran de la comida, la respuesta más sencilla fue: hotcakes. El desayuno transcurrió casi sin ningún problema hasta que pregunté “¿quieren otro hotcake?”. Su cara de extrañeza fue seguida por “¿qué es un hotcake?”. Entonces recordé que en inglés, ese esponjoso postre se llama pancake. Corregí mi oración, pero la espinita se quedó en mí. ¿Por qué le decimos hotcake en español? ¿De dónde salió esta palabra si en inglés es pancake? Tenía que comenzar la búsqueda.

 

         Primero pregunté a mis amigos de otros países latinoamericanos e hispanohablantes cómo se le decía a los hotcakes en su país: España, panqueque; Colombia, pancakes; Argentina, panqueques; Ecuador, panqueques; Venezuela, panqueques. Hasta donde había llegado, todo indicaba que México era un “caso especial”. Pero a mí lo que me interesaba era de dónde rayos había salido hotcakes. Es una palabra que apunta al idioma inglés, pero, curiosamente, la palabra no se usa en este idioma para designar al postre en cuestión, al menos no actualmente. No obstante, la palabra sí existe en dicho idioma, pues se encuentra la frase selling like hotcakes. Era hora de estudiar la historia del lenguaje. 

 

         Al buscar la palabra hotcake en diccionarios como Cambridge, McMillan y Merriam-Webster, las definiciones aludían a lo mismo: “a pancake”. No hay una definición en sí, las entradas sólo remiten a otra palabra. A diferencia de esto, al buscar pancake se encuentra una definición completa. Faltaba hacer más investigación. En el último de estos diccionarios se ofrece un aproximado de en qué fechas se registró por primera vez cada palabra: hotcake, 1683; pancake, siglo XIV. Esto, además de aclarar que la segunda palabra era más arcaica, no aportaba mucho. Encontré que, de hecho, la palabra hotcake proviene del inglés de Estados Unidos, mientras que la segunda del inglés británico; pero, para el siglo XIX, el país norteamericano adoptó la palabra pancake. 

 

          Aparentemente el misterio había quedado resuelto, el origen de la palabra estaba claro. Sin embargo, algo aún no se terminaba de explicar. ¿Por qué hotcakes en lugar de pancakes o panqueques? –que parecía ser la palabra más común para designarlo. Al buscar, no encontré información que explicara este asunto, así que llegó el momento de hacer una hipótesis.

 

         No hay información precisa sobre en qué fecha se importó el postre a México. Pero, si nos guiamos por las palabras, seguramente fue antes de que Estados Unidos cambiara el término para definirlo, por lo que debió haber sido durante el siglo XVIII. De otra manera, en México les llamaríamos pancakes o incluso panqueques, como en la mayoría de países hispanohablantes. Esto es un fenómeno sumamente común. Importar palabras de otro idioma, especialmente para describir algo que antes no existía en una cultura. Pasa por ejemplo con las pastas, cada una tiene su nombre y aunque algunas las hemos adaptado (o, más bien la palabra correcta sería transliterado) –como ravioles, en lugar de raviolli–, la mayoría conserva su nombre.

 

       La parte curiosa aquí era, por qué no cambió la palabra cuando Estados Unidos adoptó pancakes. Incluso cuando se introdujo a México la marca de harina para hotcakes de Quaker Oats, “Aunt Jemima”, a finales del siglo XIX, en los empaques se podía leer hotcakes, aun cuando en el embalaje norteamericano ya se utilizaba pancakes. Claro, puede ser posible que esto se deba a que México ya llevaba bastante tiempo utilizando la palabra anterior y no era viable introducir un nuevo vocablo que, posiblemente, los habitantes no entenderían; aunque quizá, gracias a su influencia en México, Estados Unidos hubiera sido capaz de implantar la nueva palabra en nuestro lenguaje de habla cotidiana, tanto como hotcake lo es hoy en día, pero no sucedió. Digamos que el postre llegó como hotcake y se quedó como hotcake. Tal vez esto no deja de mostrar un acto, hasta cierto punto, de independencia, aunque pequeño. Si bien, México tomó la palabra hotcake porque no existía tal comida en nuestro país en ese tiempo, no sucumbió ante el cambio de la misma. 

 

       De ninguna manera lo anterior niega la existencia de la influencia extranjera, especialmente de Estados Unidos, sobre México. Actualmente es casi imposible deslindarse de esto, por ejemplo el inglés y la comida rápida están en nuestra vida diaria. Pero tal vez es posible tomar lo que viene de otras culturas y adoptarlo, volverlo algo nuestro, porque al final, es lo que ocurrió con la palabra hotcake –o jokei, como le llama mi pequeño primo. Podríamos incluso cuestionarnos si la palabra hotcake sigue siendo estadounidense, si sigue estando viva en el lenguaje o ha dejado de existir en el imaginario norteamericano.

 

       Pregúntale a una niña o niño estadounidense qué es un hotcake y muy probablemente no tendrá idea. Hazle la misma pregunta a una niña o un niño mexicano y sabrá de qué estás hablando. 

 

 

Imagen tomada de Internet.

 

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