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No todos los hombres somos románticos

/ por Rodrigo Lichtle/

 
 

Hace un año me vi obligado a leer No todos los hombres son románticos, de Héctor Manjarrez. Recuerdo que en ese momento sus cuentos me parecieron buenos, pero por la prisa de leer ese y otros textos, lo ignoré en gran parte. Apenas retomé su lectura, especialmente el de “Política” para hacer un ensayo. No pude evitar darle un vistazo y encontrar varias frases que, no sé si sea por mi presente o por mis ideales, tuve que resaltarlas.

   La primera fue del cuento ya mencionado que habla de un migrante que se ve devastado por la situación de la capital: “Perdió su raíz Andrés, pero en realidad no sabe nada de la ciudad en que vive. Lo que sabe del país, la televisión se lo dijo. No tiene historia, no tiene lenguaje (aunque comprenda el que se habla alrededor suyo), no tiene memoria, no tiene sentimientos, no tiene ideas, no tiene mujer, no tiene educación; no tiene contra quien dirigir toda su violencia.” Espero que el lector se haya topado en algún momento con esta indiferencia y aparente olvido del resto. No dudaría, como apuntaría Erich Fromm en Miedo a la libertad, que éste es sólo uno de los efectos que causa el mundo moderno al individuo. Como se puede observar, este cuento sería el menos “romántico” de los demás. Pero lo que termina resaltando, al ser el último cuento del libro, es la indiferencia del mundo y de los personajes.

   Siguiendo la línea que el título de la recopilación plantea, hay una que otra situación amorosa, aunque siempre a través de la mirada del desánimo y la indiferencia. Al ser el último texto del libro, sólo afirma la indiferencia del mundo y de los personajes. Pareciera que No todos los hombres son románticos se caracteriza por la trivialidad del amor, especialmente de los problemas amorosos. Páginas antes en “Cuerpos” se presenta esta idea:

 

       …Yo puedo hacerte un hombre. Nadie ha hecho más para convertirte en un hombre que yo”. Acabó acostándose conmigo. No lo disfruté. Fue lamentable, sin ternura y sin lujuria por parte de ninguno.

       —Ya eres un hombre, ves. No sabes disfrutar.

 

Al igual que el protagonista de “Política”, la indiferencia penetra en el relato y es lo que termina determinando a los personajes. El amor es una pasión que la literatura ha destacado y utilizado desde hace ya varios siglos. Existen manifestaciones que hacen al hombre enamorado “diferente” a los demás, que lo enloquecen y que lo pierden. Manjarrez trivializa este sentimiento y lo ve como una pérdida tal vez inevitable, y ante esa pérdida parece sólo existir la indiferencia ya sea de los personajes como del narrador, o del lector.

   Anterior a los dos ya comentados está “Amor”. Siendo en sí mismo una recopilación de diferentes historias amorosas, presenta la pérdida a que esta pasión lleva. Una de las más claras es la pérdida lujuriosa o pasional que se observa cuando una niña de doce años incita al padre de su amiga a que tengan una relación sexual:

 

       ¿Cómo era posible que esta niña pudiera amarme? ¿Qué había yo hecho para suscitar su deseo? "El amor es sólo este momento", dijo ella, "nada más". Hablaba como un mayor de edad. "Es que me siento culpable", dije, "y tú puedes sentirte inocente y audaz". La niña, tocándome y la carne con ansia, respondió: "Tú sabes que no es perverso lo que hago.

 

Poco más adelante la niña afirmaría que “No hay que confundir el placer y el amor, aunque sean lo mismo”. Alguien podría pensar que la solución de la pérdida que causa el amor es el verlo sólo como un placer, pero Manjarrez los separa y a la vez los unifica en ese diálogo de la infante.

   La otra gran pérdida sería la de este sentimiento. Lo que hace esta recopilación de microrrelatos sobre amor es hacer trivial la pérdida y el deseo, el nuevo deseo. Es crear un ciclo siempre igual con situaciones, nombres y tiempos diferentes. Pero con todo y hacerlo algo normal, parece que ese ciclo se encuentra atrapado por uno mayor, que es el recuerdo de un amor posterior y tal vez idealizado, como sería el del personaje Mujer amada. Recordando “Política”, se puede apuntar que la situación migrante y la duda de la identidad visto desde lo geográfico es la misma que la que se observa en “Amor”, sólo que desde lo sentimental o “romántico”. De esta forma, el texto nos indica que:

 

       En verdad os digo, conciudadanos y amantes: la vida es dura y cuando alguien nos deja es más dura aún porque el tiempo no alcanza, porque los ingresos tampoco, porque es más difícil ser padre o madre, porque la mitad de la casa está sucia, porque la soledad quiebra al más fuerte en un mal momento, porque te quedas sin testigo, porque pasa mucho tiempo antes de que puedas volver a enamorarte. Además, verdad, pusiste tanto de ti mismo que fue bueno y malo y ahora es sólo un vacío que no llenan ni los orgasmos ni el alcohol ni los amigos ni el sufrimiento ni la violencia. Militante expulsado del partido, creyente excomulgado, desempleado súbito de las arduas tareas de la pareja, quieras enamorarte de nuevo, enamorarte otra vez del mismo individuo con que rivalizaste, que te negó, al que negaste, que te deseó y dejó de desear, que te dio su historia y su tiempo, al que quieras poner acariciar como a cualquier nuevo cuerpo bello. ¿Por qué hiciste las cosas tan mal?, ¿Por qué siempre haces las mismas estupideces?, ¿Por qué te rehusaste cuando debías dar más?, ¿Por qué no supiste explicarte?, ¿Por qué rapacidad del entorno les quitó la ternura y la compasión?, ¿Por qué querer hacer de la dicha una costumbre?

 

 

 

*Foto tomada de internet. Todos los créditos correspondientes a la imagen que encabeza el texto.

 

 

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