ArbotantesPersistencia retiniana

De salvajes a salvajes…

/ por Ricardo Alcántara/

 

En los últimos meses recibí varias señales que me empujaron a darle mi atención a este largometraje animado francés de finales de los setenta. Me encontré un discurso complejo y revolucionario que pretende replantear muchas de las conductas sociales de los seres humanos desde un punto de vista externo. La trama toma lugar en una ciudad extraterrestre donde los personajes son visiblemente diferentes a nosotros, pero su organización y su manera de comportarse se asemeja en muchas ocasiones a nuestra civilización. Nuestra curiosidad despierta desde el inicio de estos guiños, pero es hasta que los seres humanos aparecen en la película que el verdadero planteamiento se revela, pues en la relación entre hombres y extraterrestres se encuentra oculta una gran metáfora sobre la jerarquización de las sociedades, las relaciones de poder, y la opresión.

  Empecemos por el hecho de que los humanos son diminutos en relación a los extraterrestres; en un lenguaje visual, esa es la manera más evidente de recalcar la inferioridad de un personaje con respecto a otro. Además, la comunicación entre ambos y las formas que tienen de expresarse el uno del otro, crean complejísimas analogías de la realidad en la que los seres humanos somos capaces de minimizar, cosificar y abusar de otros seres vivos. Lo peor es que, según este discurso, el daño no proviene del dolo ni de la mala fe, sino de la ignorancia sobre la consciencia del otro, de la total falta de empatía –casi patológica– y de la esquematización y reproducción de un comportamiento que es previamente aceptado por la mayoría sin ser cuestionado o estudiado. Conforme ambos grupos organizan planes para resolver el conflicto, podemos descubrir una clara explicación de cómo funciona la política, las comunidades, el pensamiento masificado, la lucha por la supervivencia individual; en pocas palabras: la civilización. Con ejemplos como este podríamos seguir durante horas, pero prefiero que ustedes mismos encuentren todas las preguntas que esta película es capaz de plantear.

    Por otro lado, me gustaría hablar del diseño de los personajes y la estética de los artistas gráficos. La película es una oda a la ciencia ficción y al estilo psicodélico de los años setenta. La paleta de colores es sumamente variada y contrastada, los trazos geométricos y definidos. En cada escena hay una nueva sorpresa, nuevos objetos, situaciones y escenarios diseñados con gran creatividad.

    Todo se acentúa gracias a una banda sonora que resalta la excentricidad de la película utilizando sonidos sumamente metálicos, eléctricos y robóticos. El entramado de todos estos elementos genera una atmósfera surrealista y peculiar que mantiene al espectador hipnotizado. La época es clave ya que son clarísimas las influencias estéticas de artistas, músicos e ilustradores de la década (además de que el momento político de los setenta es el catalizador más importante para esta joya del baúl de los recuerdos).

   Yo recomiendo mucho la cinta. Si te sacan de onda las imágenes grotescas o surrealistas o no te llevas muy bien con la ciencia ficción, tal vez te parezca un poco aburrida o extraña. Pero, si eres más curioso, el doctor Patas te receta una noche de fin de semana con muchas palomitas y mucha paciencia, preparándose para mucho mind fuck con El Planeta Salvaje.

 

FB: Patas Escuadras

 
 

*Foto tomada de internet. Todos los créditos correspondientes a la imagen que encabeza el texto.

 
 

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