ArbotantesPersistencia retiniana

Un viejo pendiente viene a verme

/ por Ricardo Alcántara/

 

Cuando la producción hispano-estadounidense Un monstruo viene a verme se estrenó en México, muchas personas me hicieron muy buenos comentarios, y por cuestiones de tiempo no me fue posible verla en el cine. Esta semana me topé con ella entre las nuevas adquisiciones de Netflix y no pude evitar pensar que teníamos algo pendiente.Y debo decir que no alcanzó las expectativas, pero también me sorprendí al encontrar algunos elementos muy interesantes.

  La película es ambientada en el Londres contemporáneo, protagonizada por Lewis MacDougall, Liam Neeson, Felicity Jones, Sigourney Weaver. Está basada en el libro homónimo de Patrick Ness y fue dirigida por Juan Antonio Bayona (ganador del premio Goya a la mejor dirección). El proyecto logró reunir a un elenco y equipo bastante internacional. Cosa muy grata, si se considera que uno de los primeros mensajes que se arroja es cuando Conor, el protagonista, se encuentra con su madre viendo la cinta original de King Kong y el niño comienza a problematizar la tendencia de los humanos por atacar a los que son diferentes. La película fue realizada en 2016 pero hoy cobra, este discurso cobra una relevancia mayor al ver los conflictos originados por el deseo de separación de Cataluña de España.

    La trama presenta las visitas de un monstruo gigante que con tres historias trata de preparar a Conor para la casi inminente muerte de su madre –enferma de cáncer– mientras él sobrelleva la relación con su abuela, sus compañeros de escuela y principalmente consigo mismo. En resumen, tomen un poco de Guillermo del Toro, una pizca de Charles Dickens, añaden un toque de Tolkien (lo digo por los Ents)… ¡Y listo!

    Es una película de corte familiar, y en ese sentido cumple con sus objetivos; es tierna, cautivadora, contiene moralejas y cuenta con un rango de público muy amplio. Es el ejemplo perfecto de lo que suelo llamar “una película bonita”; puedes verla con tu mamá o tus hijos pequeños y a todos les va a gustar, se van a reír un rato, van a aprender algo y probablemente lloren al final. En el sentido técnico no tiene mucha ciencia ni difiere mucho de la enorme cantidad de películas de este tipo, que absolutamente todos hemos visto. Sin embargo, su realización es muy elegante y cuidadosa, no pretende ser más de lo que es y por lo tanto es efectiva.

   Dicho lo anterior, es necesario reconocer que la película contiene un elemento discursivo que sí la separa de las típicas películas familiares y emotivas: el realismo que choca duramente contra la fantasía (muy al estilo de Guillermo del Toro). El ejemplo lo tenemos desde que el monstruo cuenta la primera historia, cuando resulta que el príncipe bueno no era tan bueno y que la bruja mala no era tan mala. Y posteriormente, el hecho de que las consecuencias de las visitas del monstruo sean totalmente reales y tangibles, coloca al personaje principal en una situación mucho más incómoda y comprometida.

    Para terminar, vale la pena que hagamos una pausa para reconocer el trabajo del equipo de arte y fotografía. La película resulta muy estética y efectiva para transmitir la tesis de la película. La mayoría de las tomas tienen una composición que equilibra un cuadro cubierto principalmente de colores grises y azules con encuadres muy amplios, pero siempre tienen un elemento pequeño y colorido que genera contraste. Algunas veces son las cobijas de la mamá, a veces la chamarra de Conor; pero cada una de las imágenes están concentradas en decirle al espectador que a pesar de todo, hay esperanza. Por eso resalto el trabajo de vestir una locación triste y mantener en todo momento la presencia de una entidad mágica que nos recuerda que aún queda algo por qué luchar.

    Me quedo con una película que pretende aconsejar a los niños, pero que lo hace siempre desde un punto de vista realista y honesto, quitándole lo rosa a los cuentos de hadas y manteniendo lo que vale la pena.

 

FB: Patas Escuadras

 
 

*Foto tomada de internet. Todos los créditos correspondientes a la imagen que encabeza el texto.

 
 

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