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Memoria

/ por Rodrigo Lichtle/

 

¿Qué nos hace humanos? Una pregunta relativamente sencilla por su composición sintáctica, pero me parece imposible creer que exista una respuesta no rebatible. La teoría, la ciencia, y el arte han intentado responder esta pregunta de diferentes maneras, pero de entre estas el arte es destacable debido a que los textos son capaces de adaptarse a través de las interpretaciones que los lectores, utilizando su contexto, le puedan dar.
Para hablar de manera más específica, Blade Runner 2049, junto con Blade Runner, presenta varias respuestas a esa pregunta. En un mundo de réplicas prácticamente exactas a los humanos, qué es lo que nos hace verdaderamente humanos. Me interesa especialmente la idea de la memoria como esta solución al problema.
De las dos películas, la primera presenta que la memoria es esa distinción del humano. La segunda problematiza esta idea y los recuerdos no resultan ser suficientes. La importancia y el peso de la implantación de memorias en la segunda película, hacen imposible pensar que nuestro pasado es lo único que nos hace humanos.

En primer lugar tenemos el caso de Joe quien tiene recuerdos implantados y lo hacen crear a alguien que no es. Él puede pensar que es humano, pero es una ilusión formada por los recuerdos que cree haber hecho, mas sólo fueron implantados. En segunda instancia, tenemos a su “esposa”, un holograma a quien lo único que la diferencia de otros como ella o de otras inteligencias artificiales, como el mismo Joe, es su memoria. Sus datos, o su información pasada, son lo que la forman.

Entonces esto nos debería hacer pensar en la memoria y el pasado. En el mundo real, la memoria es modificable y es posible jugar con ella. El pasado es un proceso creativo. Los recuerdos nunca son perfectos. Con el tiempo se pierden y se olvidan todos los detalles de lo que pasó, aunque desde un principio nuestro cerebro es incapaz de captar todos los detalles de algo. Llega un momento en donde sólo son una pequeña idea de aquello que aconteció. Nuestra memoria juega con nosotros, así como nosotros jugamos con la memoria. De esta forma, cuando recordamos, es un proceso de recreación y reformulación del recuerdo. Es la capacidad de intentar reconstruir algo perdido, de tomar una idea y hacerla una escena, de pasar de nada a una imagen vivida.

Con el tiempo nosotros vamos jugando con nuestro pasado. Se vuelve borroso y ocupamos esa falta de claridad para modificarlo y prácticamente reconstruirlo. Hasta que llega un momento en el que el recuerdo no posee originalidad y sólo es nuestra reconstrucción de algunos detalles.

El problema, me parece, es que si la memoria es nuestro pasado y esta es fácilmente corrompible, entonces hay que considerar si existe el pasado; así como pasa con Joe, a quien le implatan recuerdos. Borges en alguno de sus ensayos planteo esa problemática, qué pasa si sólo existe un presente. Nabokov hizo lo mismo a través de Lolita y Speak, memory. Existe la memoria. Me-mo-ria. Me. Mo. Ria. La deshacemos y reconstruimos. La olvidamos y creamos. La manipulamos, la idealizamos y termina siendo nada más lo que queremos y cómo lo queremos.

Pero si esta es la condición del pasado y de la memoria, no hay diferencia con el futuro. El futuro está claro que no existe y si hay uno es parte de un proceso imaginativo y creativo, que en el mejor de los casos considera el presente y sus condiciones para hacer la mejor aserción de lo que pasará. Pero, si esto es cierto, entonces el pasado, nuestro pasado, sufre de las mismas condiciones. No existe y sólo es una aproximación subjetiva de lo que parece haber sucedido.

Si no existe pasado ni futuro; si entendemos la manipulación de recuerdos y su idealización; si es el ahora lo único que nos importa; también el pasado pasa a ser un estado inútil e idealizado. El pasado, por más modificado que sea, tiende a llevar a la formación de nuestro ‘yo’ y de nuestra personalidad. Aparte de que, a fin de cuentas es nuestro presente el que al final pasará a ser esa reconstrucción de recuerdos y esa idealización que llamamos futuro.
Como pasa con la película, el personaje está formado por sus recuerdos, estos lo hacen él, lo forman, pero son sólo una ficción, una narración falsa de su pasado. No tuvo ese pasado, no existió para él.

Sean recuerdos suyos o no, idealizaciones, imágenes inútiles o recreadas; a fin de cuentas forman lo que es y le dan un pasado ilusorio, pero un pasado al que referirse.

“En tiempos de auge la conjetura de que la existencia del hombre es una cantidad constante, invariable, puede entristecer o irritar; en tiempos que declinan (como éstos), es la promesa de que ningún oprobio, ninguna calamidad, ningún dictador podrá empobrecernos”.

 
 

*Foto de Luis Casco. Instalación de Ashley García.Todos los créditos correspondientes a la imagen que encabeza el texto.

 
 

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