Crítico, no criticón

Niños, internet y dispositivos electrónicos

/por Carlos Cuauhtémoc/

 

Actualmente, las ciudades funcionan mediante el uso de dispositivos móviles y aparatos electrónicos en actividades cotidianas personales, laborales y escolares; permitiendo e incitando que se pongan en práctica nuevas dinámicas en la población, muchas de las cuales pueden llegar a repercutir en la niñez.

 

          Los niños pasaron de tener una variedad de juegos de mesa a dispositivos personales llenos de aplicaciones. Aquellos que crecen utilizándolos pueden terminar atrapados. Antes era común que jugaran con sus hermanos, vecinos o familiares, lo que les obligaba a tolerar, organizarse y poner reglas, permitiendo una interacción grupal y personal. La infancia es una etapa formativa donde se aprende a convivir, respetar, regular emociones y a crear juicios propios  sobre lo que está bien y mal.

 

          Mandy Saligari, médica especializada en adicciones y directora de la clínica Harley Street en Londres, fue una de las primeras personas en utilizar la frase “los dispositivos móviles son como una droga para los niños” en una nota del periódico británico The Independent. Señalaba  el riesgo que existe en dejar que los infantes tengan su propio artefacto para jugar y navegar en internet.

 

          Los pequeños enfrentan el reto de regular el tiempo que están navegando en internet y jugando con sus celulares; si para un adulto resulta difícil, para ellos es una tarea más complicada. Un estudio de la psicóloga Jennifer Ihm de la Universidad de Kwangwoon de Corea del Sur, concluyó que al menos el 50% de los niños menores de 13 años que tienen celular son adictos al mismo.

 

          Las redes sociales los llenan de información, les muestran contenidos no aptos para su edad, por lo que van cayendo en dinámicas de adolescentes y adultos; empezando por lo más sencillo, como preocuparse por su vestimenta y estar a la moda, pensar en tener pareja, etc. Esas situaciones relacionadas con la apariencia y el noviazgo  producen hipersexualización. Este concepto fue acuñado por la sexóloga canadiense Jocelyn Robert y se refiere a resaltar los atributos sexuales de una persona por encima de los demás. Es un fenómeno provocado principalmente por mensajes difundidos a través de los medios de comunicación.

 

          Antes las escuelas pensaban que los jóvenes que crecían utilizando dispositivos móviles y navegando en la red eran hábiles para utilizar las Tecnologías de la Información (TIC) con fines educativos. No obstante, la pandemia ha demostrado que las generaciones de “nativos digitales”, aquellos que desde pequeños tuvieron acceso, en realidad son buenos usando aplicaciones para su diversión, pero les cuesta trabajo orientarlas a su formación.

 

          Durante la enseñanza escolar se presenta un problema relacionado con el uso excesivo, dado que los niños se acostumbran a la inmediatez. Tienen al alcance de un click una gran variedad de entretenimiento, limitando la paciencia, sin mencionar las dificultades a las que se enfrentan al tener que mantener su atención en una actividad durante mucho tiempo.

 

          El exceso de internet puede provocar que crezcan deshumanizados, ya que hay escenarios de violencia física, verbal, de género, hacia los animales, sexo y drogas a las que pueden tener acceso a causa de las pocas regulaciones. Crecen considerando normal las acciones que ven de manera cotidiana en los medios, por lo que pueden buscar imitar actitudes o escenarios  que vieron en la red.

 

         No todo el contacto con los dispositivos móviles es malo, siempre y cuando se encuentre un balance entre la interacción social y la tecnología, asegurando que los niños crezcan con habilidades sociales mientras se divierten y aprenden bajo la supervisión de algún adulto.

 

          Por todo lo anterior, se recomienda controlar el tiempo que los niños están en internet, fomentar las relaciones para fortalecer sus aptitudes sociales y evitar que desde pequeños vean contenido para adultos. No se les puede separar de las nuevas tecnologías, pero hay que orientarlos, enseñándoles a utilizarlos y acceder a contenidos lúdicos y formativos que les ayuden a disfrutar esa etapa de la vida.

 

 

 

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