Cerdos y aberrantes

BI-sibilidad: ¿Todavía es necesario salir del clóset?

/por Malú del Ángel/

 

La representación de la bisexualidad (atracción sexual y/o romántica hacia ambos sexos) en los medios es casi nula. Esto ha contribuido a un sinfín de interpretaciones erróneas. Muchas veces he escuchado a amigos y familiares desacreditar esta orientación; la han calificado como un estado transitorio antes de que una persona se declare abiertamente homosexual, o dicen que es más bien una etapa de experimentación, que sólo son “indecisos”. Se cree que son más promiscuos y propensos a ser infieles. Se les ve como seres insaciables que han agotado las relaciones con las personas del sexo opuesto y ahora han pasado a las del mismo. También se cree que dejan esta orientación al momento de entablar una relación heterosexual, como si la sexualidad fuera algo que te puedes quitar y poner a tu antojo. Otro malentendido es que se relaciona estrictamente con el poliamor, es decir, que por ser bi los tríos son lo suyo, lo cual da lugar a que las mujeres sean fetichizadas. Es común que las parejas hetero se dediquen a cazarlas en las aplicaciones de citas en un intento de dar más emoción a su relación. Esta práctica es un tipo de bifobia ya que se deshumaniza a la mujer y su atracción a otras mujeres se ve simplificada como un objeto de entretenimiento para el hombre. Ya que es un tema del que no se habla, es muy fácil que estos mitos se conserven en el imaginario colectivo.

 

          La evolución de este pensamiento a uno de aceptación es lenta, pero está sucediendo. Aunque siguen siendo pocos, ya estamos empezando a ver personajes bisexuales en series y películas sin que sean estigmatizados. Mi personaje de ficción favorito es Lisbeth Salander de la saga sueca Millennium. Es una hacker super inteligente, antisocial, de apariencia andrógina, que trabaja como investigadora privada. A lo mejor la habrán visto en la película The Girl With The Dragon Tattoo (2011). En la historia, ella nunca le da demasiada importancia a su orientación. No hay una gran revelación porque no le debe explicaciones a nadie. Le atraen las mujeres y lo hombres y ya está. Es una postura que entiendo muy bien, tanto en la ficción como en la realidad. ¿Por qué compartir tu vida privada con los demás? Sin mencionar que es algo que tendrías que repetir cada vez que conozcas a alguien nuevo. El identificarte con cualquiera de las letras en LGBTIQ+ públicamente y “salir del clóset” se entiende como una búsqueda de aprobación, es reconocer que ser hetero y cisgénero es la norma. Y ese es el prejuicio más grande. Nos han hecho creer que la heterosexualidad es la única forma válida de relacionarnos en pareja, que es una obligación biológica y cualquier preferencia que se salga de lo heteronormativo es una desviación antinatural, desechando por completo la idea de que la sexualidad es fluida, flexible, y si fuéramos más abiertos con nuestro entendimiento no necesitaríamos que las personas nos rindieran cuentas sobre con quién se acuestan. Pero al pensar así estamos ignorando algo muy importante, y más en el mes del orgullo, que si hoy en día alguien puede decir “soy gay” o “soy bi” sin ser llevado a la cárcel o sometido a terapia correctiva es gracias a todas las personas que en el pasado se manifestaron para luchar contra la represión. Gracias a que ellos se expusieron, hoy las personas del colectivo tienen derechos.

 

          Es necesario visibilizar la bisexualidad en las series y películas para combatir los mitos y la desinformación. Un programa que ha manejado el tema perfectamente es Brooklyn 99, que si bien siempre ha sido excelente hablando de representación, con el personaje de Rosa Díaz se lucieron. Ella es una detective latina, bastante ruda y reservada, que en la quinta temporada del show revela su bisexualidad. A pesar de ser una persona extremadamente privada, se da cuenta que es una parte de su vida que tiene que compartir con las personas que quiere. Le cuenta a sus compañeros de trabajo de una forma muy auténtica, carente de sentimentalismo, va al grano y deja un espacio para responder a las preguntas de los curiosos. Lo más difícil viene cuando tiene que hablar con sus padres, siendo de una familia tradicional donde la negación a estos temas es algo muy común. El episodio hace énfasis en lo fundamental, que sus padres al menos puedan reconocer su orientación como algo real. 

 

“Mamá, papá: sé que no quieren hablar de esto, pero yo sí. Tal vez me case con un hombre como ustedes tan claramente desean. Y tal vez no. Porque esto no es una fase y necesito que lo entiendan. Soy bisexual”. 

 

          Pertenezco a una generación que fue criada con la televisión y considero que contar este tipo de historias ayuda a eliminar estereotipos, nos acerca a normalizar ciertas cualidades humanas que hasta ahora la sociedad se ha resistido a aceptar. Identificarse con un personaje puede hacer la diferencia, le brindaría un poco de esperanza a alguien que se siente excluido y solo. Tristemente estamos muy lejos de ver contenidos así en la televisión abierta, que es la que alcanza a la mayoría de la población.

 

          En un mundo ideal los medios reflejarían la diversidad que existe, todas las voces serían escuchadas, la orientación sexual no tendría que ser sometida al escrutinio público; no tendría el potencial de ser aceptada o rechazada. En un mundo ideal salir del clóset sería historia antigua, pero hoy en día todavía existen tantos prejuicios y desinformación, que es más bien un acto de solidaridad, es decirle a los demás que no se han animado a salir: no estás solo.

 

 

 

 

 

Los textos así como su contenido, su estilo y las opiniones expresadas en ellos, son responsabilidad de los autores y no necesariamente reflejan la opinión de la UDLAP. (Para toda aclaración: esporarevista@gmail.com)

Tags :BisexualidadLGBTQ+Mes del orgulloPride

Te podría gustar