Condado

La importancia de tener una historia

/por Said Guerrero García/

 

Hace aproximadamente unos cinco años, si tenía la intención de consumir una novela, mi catálogo de elección era muy reducido: 

a) Chico malo conoce chica buena, se enamoran y él cambia por ella 

b) Chico descubre que tiene algún talento mágico, ahora reside en sus manos la responsabilidad de salvar al mundo, en el camino puede enamorarse de alguna chica que igual tenga alguna habilidad o no 

c) Chica de nuevo ingreso en el instituto forma un grupo de amigas, dos chicos se disputan su amor y ella debe escoger uno 

 

          Cuando me encontraba con esto pensaba “¿es que acaso no existe nada para mí? ¿no hay chicos que se enamoran de chicos?” Sinceramente las tramas heterosexuales nunca han sido de mi total agrado, por lo que escoger una era muy difícil para mí, hasta que algo sucedió. Me encontraba cursando el último año de preparatoria y estaba en un centro comercial, tenía algo de tiempo libre así que me dirigí a un extinto Blockbuster a curiosear. En el área de libros algo captó mi atención inmediatamente, una portada color menta con una miniatura donde dos chicos estaban rodeados de corazones a punto de compartir un beso, era Fangirl de Rainbow Rowell.

 

          Yo lo necesitaba por ese mínimo detalle, así que sin mucha información (más que su contraportada) lo dejé de nuevo en el estante y salí disparado  en busca  de mis padres para que me lo compraran. Afortunadamente lo conseguí esa misma tarde, estaba muy feliz por tener al fin algo que mostraría interacción romántica chico-chico, aunque al terminarla me di cuenta que era mínima porque son personajes secundarios (gracias a la autora tenemos un spin-off llamado Carry On donde se aborda su propia historia).

 

          Fue ahí donde comprendí la importancia de estas historias. Al acabarlo me sentí diferente, pude notar que me ayudaban por el mero hecho de representar las vivencias que un adolescente gay tiene en su día a día. Abrió mi mente de una manera que hasta entonces no había contemplado. Podían encontrarse felices, enojados, aburridos o tener cualquier otra actitud propia de los que nos encontrábamos en esa edad. El impacto es muy grande, al gusto por la lectura se le sumaba un factor emocionante, como si yo fuera ese personaje que está a punto de dar el paso a su vida adulta asumiéndose tal cual es. Fue un especie de guía o modelo a seguir, pues no solamente son valientes por enfrentarse a los hechos externos, también son capaces de resolver cuestiones internas como lo es el ser fiel a sí mismo y abrazar la identidad propia.

 

          Poco a poco estamos dejado de lado las trágicas historias donde los que somos diferentes sufrimos, somos violados, enfermos y en el mejor de los panoramas nos rompen el corazón. Como en El vampiro de la colonia Roma (1979) del mexicano Luis Zapata, donde el protagonista, por el simple hecho de ser homosexual, es un trabajador sexual que narra su historia colmada de dolor y abusos. También somos acreedores de un final feliz, por fin podemos vivir ese romance que parecía único de los heterosexuales. Como en Yo soy Simón de Becky Albertalli, Dos chicos besándose de David Levithan o Heartstopper de Alice Oseman, me hicieron ver que yo era normal, que mi vida no estaba destinada a ser un sufrimiento digno de tragedia de TV nacional. Tuve el valor de abrirme como soy con mi grupo de amigos, compañeros y familia, donde fui aceptado y apoyado. Me inspiraron a ser yo mismo, Si ellos eran libres yo también podía serlo. Puedo ser gay sin miedo al qué dirán, merezco un buen nivel de vida, bromear sobre mí, platicar acerca del chico que me gusta, hacer todo lo que hacía antes sin temor a ser juzgado. Porque sí, tenemos derecho a ser felices y ser representados como tal.

 

         La sección juvenil me representa. Hay historias de chicos y chicas que son diversos como yo: gays, lesbianas, bisexuales, transexuales y demás que salen de la “mentada” heteronorma. Porque necesito de esa encarnación para saber que tanto mi voz como mis experiencias, son dignas de ser contadas y escuchadas. No es una representación que nace del simple deseo, es porque  el colectivo LGBT+ somos una realidad que está alzando la voz, cansados de vivir en la sombra de la hegemonía cultural, con ello podemos ayudar a los demás que son como nosotros, haciéndoles saber que no están solos.

 

         Y debido a la fácil circulación de estos libros hay un notable cambio en las generaciones de hoy en día.  Tenemos chicos que abiertamente se pintan las uñas, usan maquillaje o se tiñen el cabello con la naturalidad que lo hacen las chicas. Situación que, en la mayoría de los casos,  hace algunos años era impensable, pero va más allá de lo meramente visual, hay un cambio en sus actitudes, tienen disposición para conocer nuevos puntos de vista y estilos de vida, existen menos prejuicios y nuevos objetivos.

 

 

 

 

Los textos así como su contenido, su estilo y las opiniones expresadas en ellos, son responsabilidad de los autores y no necesariamente reflejan la opinión de la UDLAP. (Para toda aclaración: esporarevista@gmail.com)

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