Asylum +593

Matt Murdock: El diablo creyente

/ por Marcelo Cruz/

 

“Sé que estoy ciego, no tengo los ojos tapados con vendas.”

Matt Murdock, Born Again

 

“Me he aferrado a mi justicia, y no la soltaré, mi corazón no se avergüenza de mis días.”

Job 27,6



Born Again, (1986) fue lanzado en cuatro tomos (#226–233 respectivamente). Fruto del trabajo conjunto de Frank Miller y David Mazzucchelli, es considerado el mejor arco de Daredevil, “el hombre sin miedo”. Su fluidez narrativa, gráfica, y el trasfondo que encierra lo demuestran.  Desde su título (si seguimos la idea borgeana de que un título es la puerta al mundo de la obra) nos encontramos con una referencia bíblica, elemento que no podemos dejar de lado si deseamos identificarnos con el protagonista. Para nadie es un secreto que el mundo de Daredevil está marcado por guiños a la religión católica, tanto así que este cómic es una puesta en escena del libro de Job.  

 

Es necesario decir que El libro de Job junto a Proverbios y Eclesiastés conforman la denominada triada de la sabiduría. Centramos la atención entonces en este pasaje sacro.  Job es un hombre que lo tiene todo: es bueno, disfruta de su familia además goza de la gracia Dios; cuando  es puesto a prueba. Pierde a su familia, sus bienes, y todo cuanto poseía por designio divino.

 

De igual manera, Daredevil, al verse descubierto por Wilson Fisk, quien funge la representación del poder divino en esta historia (recordemos que a Job es el demonio quien lo castiga, bajo el permiso de Dios), revocó su licencia de abogado, congela sus cuentas bancarias, lo expone al público, y lo lleva a un estado nervioso máximo hasta hacerlo sucumbir. Esto obliga al Diablo de Hell’s kitchen ha embarcarse en un viaje introspectivo de re-descubrimiento (muerte espiritual, renacimiento, fe/esperanza, perdón y resurrección) con el afán de dar respuesta a sus nuevas interrogantes. Por aquello de que vivir no es más que arder en preguntas,  Daredevil, atraviesa un viacrucis, carga su cruz, es puesto a prueba, y, como todo viaje de héroe, llega a su iluminación al vencer a Kingping.

 

A lo largo de toda esta historia seguimos una estela cargada de simbolismos como la iglesia, la cruz, la ciudad, como se ve en los nombres de cada parte del comic: Apocalipsis, Salvado, Purgatorio, Resurrección. Estos símbolos ocultan, como las sombras, significados que el lector puede identificar. En este juego de sombras Daredevil, nos lleva de la mano -a manera de Virgilio y Dante de la Divina Comedia- para desentrañar sus  dichas representaciones.

 

De esta forma, Hell’s Kitchen representa el purgatorio donde cada persona purga -valga la redundancia- su penitencia. Algunos encuentran un momento de redención, ese halo que permite creer en la promesa “esperanzada” de algo mejor. Otros se hunden más en los círculos dantescos que nos rodean. Al final, otros, muy pocos, logran combinar ambas vidas. Tal es el caso de Matt Murdock quien debe cumplir un código normativo en su faceta de abogado, y hacer justicia (o buscar justicia) por la noche cuando es Daredevil. Aquí podemos evidenciar el proceso de individuación, un concepto empleado por C. Jung para referirse al encuentro con sí mismo; es decir, un proceso introspectivo mediante el cual una persona se convierte en un ser completo, alcanzando así un estado total de integridad e independencia. Un ser indivisible. Esto no es más que una nueva lectura -en el campo de la psicología- para referirse a la sentencia socrática: “conócete a ti mismo”.

 

Por ello es válida la pregunta ¿Qué ocurre cuando nos identificamos con un “súper héroe”? Cuando logramos empatizar con un personaje, es porque esté posee elementos similares a nosotros, nos representa o nos vemos reflejados, a manera de espejo o proyección psicológica. Daredevil atraviesa este proceso, primero no encuentra respuestas, luego culpa a Wilson Fisk y por último acepta la responsabilidad de sus actos y decisiones, aceptando la sombra que lleva dentro. Rompe el espejo para al final renacer. Frank Miller, supo trabajar a la perfección este precepto, a manera de una Moira: tomó a Matt Murdock y por un momento (una historia) tejió el tapiz del destino del hombre sin miedo. Un demonio que cree fieramente en su fe como en su lucha de vigilante.

 

Muy a menudo nos encontramos en situaciones donde debemos elegir “lo correcto”, es ahí donde entra en juego nuestra amalgama de creencias, y prácticas éticas o libre albedrío. Cohabitamos, compartimos e incluso discutimos sobre lo que creemos.  Aunque no lo parezca –y en ocasiones no queramos aceptarlo- nos envuelve un velo de sincretismo religioso, seamos o no creyentes/practicantes.  Cada uno de nosotros habita un purgatorio, un infierno interno que nos devora o consume con su fuego, nos forja como el acero y luego nos templa con la dosis de sombra exacta. Sombras en las que vive Matt Murdock desde que sufrió el accidente que privó su sentido de la vista, otro símbolo, que representa la búsqueda de la luz o sea la redención.

 

 

 

Créditos de imagen: Marvel

 

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