Oscurantismo XXI

Caminito de la exclusión

/por Mayra Valencia Ponce/

 

Mientras la lluvia me acompañaba al acomodar mis horarios y materiales para un semestre más, una tonadilla comenzó a rondar en mi cabeza: “Caminito de la escuela…” Al principio, el ingenuo recuerdo me llevó a disfrutar su tarareo. Pero cuando comencé a pensar a cuál de los animalitos me asemejaba, comprendí hasta dónde se nos ha disciplinado sutilmente a aceptar la división social mediante los recursos y posibilidades que tenemos para asistir a la escuela. Circunstancias que para el mismo Gabilondo Soler, mejor conocido como “Cri-Cri”, fueron factores determinantes que lo llevaron a ser en lugar de astrónomo, compositor de esta y muchas otras canciones infantiles.

 

          En el caso de “Cri-Cri”, su talento musical le dio la posibilidad de hacer algo que también soñaba, pero no todos tienen un doble talento que puedan explotar sin estudio alguno. Los tiempos han cambiado; el “apurarse a llegar a la escuela” no depende de si saliste a tiempo, te atascaste en el tráfico o si hay buenas carreteras. Ahora estamos subordinados a cuantas competencias se tienen para usar los recursos digitales, y de cuán eficientes son tus redes de internet y tus equipos (en caso de existir). Entonces, apurarse para asistir a clases rebasa la diligencia de los estudiantes y la responsabilidad de los padres de mandar a sus hijos al colegio.

 

          Despertar de los juicios que solo “con los libros bajo el brazo” se puede enseñar, es una exigencia de prioridad inmediata que debe ser atendida por los gobiernos, las instituciones de educación y toda la sociedad. Sin embargo, los profesores, los alumnos y padres de familia son quienes están en primera línea para comenzar la búsqueda de alternativas, ante la interacción y la asistencia sincrónica demandada en todos los niveles de enseñanza actualmente.

 

         Si bien tener todo un acervo intelectual y teórico de parte de los docentes resulta imprescindible -así como la tecnología, los dispositivos, las plataformas, y los subsidios en línea-, se debe insistir que esto no es suficiente, como tampoco lo es que los padres puedan proporcionar materiales físicos y digitales con contenidos, o los aparatos para posibilitar la conexión de sus hijos. Ya que el funcionamiento de los equipos para la interacción, así como la obtención y distribución de los materiales y contenidos educativos en línea, requieren, aparte de Apps o plataformas, una infraestructura de calidad y cobertura total a nivel nacional; que, hasta la fecha, es inexistente. Los mexicanos, ante este regreso a clases durante la cuarentena, tenemos entonces una dura realidad que no es posible enfrentar sólo con habilidades o comprando computadoras. Debido a que México, a diferencia de otros países de primer mundo, cuenta con sólo un 14% de tendido de fibra óptica en su territorio, la cual se concentra en los cascos urbanos más importantes del país.

 

          Sumado a lo anterior, la carencia de una buena red ha ocasionado el desinterés en una previa enseñanza digital, hecho que ha llevado a que los profesores y padres de familia sean menospreciados por los alumnos ante su ignorancia tecnológica. No solo por no tener los artefactos indispensables, sino porque no hemos sabido consumir y aprovechar los recursos y contenidos que tanta falta nos hacen en estos momentos.

 

          Pensar que todo tiene que ser online en materia de educación durante este distanciamiento sanitario, desvela nuevamente un déficit institucional y educativo. Pero, ante todo, el segregacionismo que nosotros mismos creamos cuando, sin pensar, desestimamos a quienes en mayor medida son un ejemplo de la desproporción social que vivimos. Siendo que nosotros mismos estamos igualmente perjudicados por la opresión oportunista que las licitaciones privadas se han apropiado en el sector de las telecomunicaciones, como del consumo desbordado que se ha incrementado gracias a  la COVID-19.

 

         Por esta razón es inaplazable que los educadores, los padres y los educandos exploren alternativas cuidadosas que les permitan el derecho al uso de las telecomunicaciones digitales, al trabajo y a la educación, los cuales son derechos insustituibles para el progreso de cada mexicano. Esperar a contar a la perfección con todos los medios, como la tortuguita que sueña con sus patines para emprender el caminito, no es una opción. Es necesario el ingenio y la cooperación mutua de estos tres sectores protagonistas para crear las soluciones prontas y a futuro que integren a los otros rubros sociales, a las instituciones y al gobierno. Porque sin un trabajo colaborativo y verdaderamente solidario, esta navidad, ni Santa Claus ni los Reyes Magos podrán entregar dos de los regalos más preciados para tener felicidad: el trabajo digno y la educación gratuita.

 

 

 

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Tags :#Clases online#Regreso a clasesPandemia

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